Cuando la información que llega a la conciencia es congruente con nuestras metas, la energía psíquica fluye sin esfuerzo.
No hay necesidad de preocuparse, no existe ninguna razón para cuestionarse la propia capacidad, es la experiencia óptima o la experiencia de flujo de la persona la que le permite fluir y quienes logran desarrollarla obtienen una personalidad más segura y más fuerte, porque su energía psíquica se ha invertido con éxito en las metas que ellos mismos habían elegido perseguir.
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